En 1996, un equipo científico liderado por Paul Herny Nargeolet captó mediante señales de sónar una extraña formación en el área en la que, el 12 de abril de 1912, el Titanic se hundía a 3.810 metros de profundidad en las aguas del Atlántico Norte, cerca de Terranova (Canadá).
La estructura recibió el nombre de cresta de Nargeolet-Fanning, en honor a este investigador y a Oisín Fanning, cuya expedición, realizada dos años más tarde, ratificaba su existencia. Debido a las dimensiones del sonido detectado por el sónar, los investigadores pensaron que podía tratarse de otro naufragio, pero el origen del fenómeno siguió siendo desconocido... hasta ahora.
En una nueva exploración submarina en las frías aguas del Atlántico realizada con el apoyo de OceanGate Expeditions hace unos meses, Nargeolet aclaraba el misterio más de dos décadas después: «Ha sido increíble explorar este área y encontrar esta fascinante formación volcánica llena de vida», ha señalado el científico en un comunicado.
«Las formaciones volcánicas, aparentemente de basalto, son notables, y estamos asombrados por la diversidad y densidad de esponjas, corales, langostas y peces que prosperan a 2.900 metros de profundidad en el Océano Atlántico Norte», ha puntualizado Steve W. Ross, profesor de investigación en el Centro de Ciencias Marinas de Wilmington de la Universidad de Carolina del Norte y científico jefe de OceanGate.
Los investigadores piensan que este hallazgo podría cambiar la perspectiva que se tenía hasta ahora sobre la biodiversidad en las zonas a casi 3.000 metros de profundidad. «Es biológicamente fascinante. Los animales que viven allí son muy diferentes a los que se encuentran viviendo en la llanura abisal del océano», ha señalado a la CNN Murray Roberts, otro de los investigadores de la expedición y profesor de biología marina aplicada y ecología de la Universidad de Edimburgo en Escocia.
ABC