El escritor gitano Jorge Emilio Nedich repasó en De Una su infancia nómada, su ingreso a la universidad y la falta histórica de políticas para su comunidad.
Jorge Emilio Nedich creció en una familia gitana que se movía de un lugar a otro, lo que interrumpió su escolaridad. “Ingresé dos o tres veces a la primaria, pero dejaba por cuestiones de movilidad”, contó. A pesar de eso, se acercó a la lectura por curiosidad: “Aprendí a leer preguntando. Después pasé a la historieta y después al libro”, dijo y continuó “Eso me disparaba la imaginación y me dio alas”.
Esa creatividad lo llevó a publicar dos novelas a los 34 años, una de ellas premiada en Italia, y luego a ingresar a la carrera de Letras. “Tengo publicado más de quince libros. Fui traducido a nueve lenguas”, remarcó Nedich.
Recordó que su abuelo fue el gran narrador de la familia: “Era un buen narrador y yo siempre quedaba prendado de él. Era su asistente”. Explicó que la cultura gitana se sostenía en la transmisión oral, “como es un pueblo oral, no tiene dónde depositar el conocimiento, lo que sabemos es lo que contó el padre, el abuelo, el bisabuelo”.
Durante más de tres décadas pidió que el sistema educativo incluyera materiales de bienvenida para estudiantes gitanos, pero afirmó que siempre recibió negativas. “Sistemáticamente se negaron. No hubo quien aceptara eso”. Sostuvo que la educación era la clave y dijo que “la cultura no se cambia desde una oficina; mejora con la educación”. Sin políticas públicas, dijo, su pueblo quedaba “colgado en el tiempo”.