¿Es por el incumplimiento y las mafias o es por la economía?. Por Roberto Vidal Mendoza
Cada día nos levantamos con aumentos de precios. Aquellos que están más atentos a las noticias pueden medirlo en los porcentajes de inflación, y los más expertos en aprovecharse lo ven en el aumento del dólar y las tasas. ¿Qué sucede en esta economía indomable? Aunque parezca un análisis sencillo, los reinados nos han puesto en esta situación inaceptable. De qué hablamos cuando hablamos de reinado, de esas rendijas en donde hacemos tambalear las instituciones, la legalidad y la justicia. De la justicia comunitaria.
El mundo parece dividirse en oriente y occidente. Desde este lugar, el pensamiento y la dominación tienen sus seguidores y detractores. En esta parte de Latinoamérica, estamos acostumbrados y alineados con el liberalismo. Durante décadas, se ha creído que la redistribución justa funcionó en algún país, como Cuba. Más tarde, se alzaron las banderas de que era posible un Brasil de Lula, una Bolivia de Evo, una Venezuela de Chávez y una Argentina del kirchnerismo. Todas estaban en la columna de que la redistribución del ingreso podría ser una solución al sistema neoliberal caníbal. Todas estos modelos fallaron debido al incumplimiento y al amiguismo, lo único que hicieron fue alimentar las mafias. Y el fracaso se hizo presente en el presente más descarnado.
Los incumplimientos sistemáticos y los coqueteos han estado presentes en los gobiernos latinoamericanos, con sus compromisos externos, hasta casi convertirse en una cuestión de estado. Los enormes déficit fiscales, solventados por deudas internas y, en caso contrario, deudas externas, colocan a los partidos gobernantes en el mismo escalón. Tanto las administraciones Kirchneristas como la Macristas. Ni hablar de la dictadura sangrienta.
Siempre hay justificaciones, pero según sostienen los teóricos más encumbrados de la economía, nunca hay una buena explicación para un mal resultado. Los históricos incumplimientos y las malas administraciones nos colocan de lleno en estos malos resultados.
Y allí está ese gen del argentino, como lo describía Marcos Aguinis en sus épocas de lucidez en su libro El Atroz Encanto de Ser Argentino. "Los argentinos acostumbramos a acostar, porque siempre nos acostaron antes". Y en ese deporte de acostar antes, de la viveza, de la picardía, están los gobernantes, y también hay un pueblo pícaro que se aprovecha de eso, desde sus comunidades y en sus instituciones.
Como nombrar a los amigos ante el más apto, buscando cómo zafar de nuestras obligaciones de trabajo. O más aún, donde el incumplimiento tiene otras consecuencias. Como mintiéndoles a los chinos, con los cuales se firmó un acuerdo integral estratégico que se comprometían a desembolsar 25.000 millones de dólares por el 2008. Hoy, de ese paquete financiero que deberíamos estar devolviendo con obras de infraestructura funcionando, ninguna está lista. En poco tiempo, también será un problema con oriente la deuda externa, que hoy solo parece ser privativa del FMI.
Aunque no lo parezca, este cuello de botella de falta de dólares fue producido por la actual administración, que hoy se desvive raspando solo 1500 millones de dólares en esta semana en el exterior. Esta sangría de falta de reservas empezó cuando los reinados pusieron en jaque a una de las personas más probas y creíbles que tuvo este gobierno: Martín Guzmán, primer ministro de Economía, quien se vio en la decisión de renunciar ya que los amigos de los amigos limaron su plan.
Y hay cientos de casos de funcionarios probos, vecinos y ciudadanos aptos que son expulsados o no obtienen el puesto que les corresponde. ¿Por qué? Porque las mafias, el amiguismo enquistado como poder, los malos sindicalistas y algunos ciudadanos deshonestos se encargan de destruir. Sectores del empresariado ambicioso y carente de sensibilidad. En esa cultura de la maldad solo se encuentra la enorme habilidad para deshacer lo que hace el otro. No hay capacidad en su ADN para construir y mucho menos generosidad para ceder el lugar a otros o ganar lo justo. Incluso a veces recurren a formas vergonzosas y viles, cuando lo corporativo y lo sectorial se convierten en mafia. Y los gobiernos en reinado. Y allí la economía es indomable.
Roberto Vidal Mendoza Gerente de Contenido Grupo Apolo.