Un joven veterinario en San Francisco se especializa en fisioterapia y rehabilitación animal, una práctica poco común que ofrece una nueva esperanza para mascotas con problemas de movilidad y mejorando notablemente la calidad de vida de sus pacientes.
En un campo donde la especialización escasea, un joven veterinario en San Francisco se destaca al ofrecer un servicio poco común: la fisioterapia y rehabilitación para animales. Con una combinación de paciencia, saber y dedicación, el profesional asiste a perros, gatos y hasta mascotas exóticas que sufren de dolencias que van desde la artrosis hasta la parálisis, dándoles una verdadera segunda oportunidad.
Hace casi dos años, la llegada de
Nicolás García a San Francisco marcó un antes y un después para el cuidado animal en la región, ya que trajo consigo una especialidad innovadora en la zona: la rehabilitación y fisioterapia para mascotas. Lo que para muchos dueños de animales suele ser la última opción antes de considerar la eutanasia, para este profesional representa una puerta abierta a la recuperación, según lo publicado por
El Periódico de San Francisco.
“Lo que buscamos es devolverle al animal su independencia, frenando o tratando patologías que afectan el movimiento”, detalló. Su formación incluye estudios en el Centro de Especializaciones Médicas Veterinarias en Buenos Aires, un máster en fisioterapia animal de la Universidad Tecnológica de Tenerife y una especialización en ozonoterapia realizada en 2021. El veterinario se enfoca exclusivamente en terapias con medios físicos, como la electroterapia, la magnetoterapia o la hidroterapia, siempre con el objetivo de optimizar la calidad de vida de sus pacientes.
Una visión preventiva
La rehabilitación que lleva adelante no solo se centra en la recuperación de lesiones ya existentes, sino que también tiene un fuerte componente preventivo. “La rehabilitación no es solo curativa. También es preventiva. Hay razas como los dachshund, los bulldogs o los boston terrier que son muy propensas a problemas óseos. Empezar con fisioterapia antes de que aparezcan los síntomas puede marcar una gran diferencia”, resaltó.
Si bien sus pacientes más frecuentes son perros y gatos, también ha extendido su asistencia a animales exóticos. Cada sesión es completamente personalizada y dura una hora, siempre con la presencia de un familiar de la mascota. “Nunca trabajo con más de un paciente por vez. La rehabilitación es individual, totalmente adaptada al caso”, enfatizó.
El proceso de tratamiento arranca con una evaluación zookinésica, esencial para comprender el estado del animal y diseñar el plan de trabajo. “El 80% de los animales llega sin diagnóstico. Entonces buscamos llegar a uno presuntivo y topográfico, es decir, localizar dónde está la lesión y tratar sobre eso. Lo ideal sería trabajar con una derivación del clínico o incluso de un traumatólogo o neurólogo, pero en San Francisco no hay especialistas en esas áreas, y eso complica el abordaje”, explicó.
Historias que inspiran: el milagro de volver a caminar
El profesional atesora numerosas historias de recuperación, pero algunas, según cuenta El Periódico de San Francisco, lo impactaron particularmente. “Una vez llegó un perro que había recibido un hachazo en la columna. Llevaba dos años arrastrándose. Nadie esperaba que pudiera volver a caminar. Había hecho un sorteo de sesiones gratuitas en Santa Fe, y la chica que lo tenía recibió una de esas sesiones. Empezamos a trabajarlo y, en tres meses, el perro caminaba”, rememoró con emoción.
Otro caso reciente que destacó es el de Tiziana, una chow chow que llegó a su consulta cuadripléjica. “Me la trajeron envuelta en una colcha. No movía nada. Era el último intento antes de la eutanasia. A las pocas semanas empezó a mover las patas. Hoy camina y parece no tener nada”, comentó.
Nazarena, la guardadora de Tiziana, fue testigo directa de esta transformación. “Un viernes al mediodía la encontré acostada en la vereda, sin moverse. Ni ladraba. Tenía que darle agua y comida en la boca. El lunes la llevé al veterinario y me dijo que probáramos un tratamiento. En una semana empezó a mover una pata. A los pocos días, otra. Después recuperó la voz. En un mes y una semana, volvió a caminar, a correr, a ser la misma de antes. No sabemos qué le pasó, pero gracias a él y otro veterinario volvió a ser la perra que era”, narró.
Muchas de las mascotas que atiende presentan patologías neurológicas que, en el pasado, solían significar un diagnóstico irreversible. “Antes, cuando un animal quedaba paralítico, se lo sacrificaba o se lo ponía en un carrito con ruedas. Pero los perros y los gatos tienen una capacidad distinta: pueden recuperar movilidad con lo que llamamos marcha medular. No sienten dolor, pero vuelven a moverse por reflejo. No caminan como antes, pero tienen autonomía”, aclaró.
Sesiones y paciencia
Las sesiones de rehabilitación tienen una duración de entre 40 minutos y una hora. Comienzan con kinesiología pasiva, buscando “elongar, relajar, preparar el cuerpo”. Posteriormente, se aplican agentes físicos específicos según la patología, como láser, ultrasonido, fotobiomodulación o magnetoterapia. Finalmente, si la condición del animal lo permite, se realizan ejercicios activos en piso para fortalecer el equilibrio y la coordinación.
La paciencia resulta fundamental en este tipo de tratamientos, especialmente con animales que experimentan dolor o están asustados. “No se medica. No se seda. Se trabaja con calma. El animal tiene que estar consciente para que la rehabilitación sea efectiva. Y si un día solo se puede trabajar media hora, pero se hace bien, está perfecto. La idea no es forzar, sino avanzar a su ritmo”, explicó. Asimismo, señaló que los perros de razas pequeñas suelen ser más reacios: “Están muy humanizados. No se dejan tocar, quieren irse a la falda del dueño. Y con los gatos uso feromonas para tranquilizarlos. Cada especie tiene su estrategia”.
Ozonoterapia: una herramienta adicional para la curación
Además de la fisioterapia, incorpora la ozonoterapia en su práctica, una técnica que utiliza para tratar heridas crónicas. “Uso luz ultravioleta combinada con ozono para acelerar la cicatrización. También formulo aceites con ozono que sirven tanto para animales como para personas. Es impresionante cómo responden las heridas a estos tratamientos”, afirmó.
El éxito de su trabajo se basa en la confianza que genera entre sus clientes. “El boca en boca y las recomendaciones son lo que más funciona. La mayoría de los animales vienen dos o tres veces por semana. Por eso también adapto los precios al lugar y a las posibilidades del dueño. No trabajo por terapia, sino por sesión: haga una o diez cosas, se paga lo mismo”, concluyó. En una ciudad donde la oferta de especialistas veterinarios aún es limitada, la labor del profesional no solo representa una novedad, sino una esperanza tangible para muchas familias que buscan una mejor calidad de vida para sus queridas mascotas.