Uno de los sustitutos del azúcar podría aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas
- 20/02/2025 12:07 hs
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Científicos experimentaron en ratones que este edulcorante artificial promovió elevados niveles de insulina, inflamación en los vasos sanguíneos y acumulación de placas grasas en las arterias.
Un reciente estudio científico publicado en la revista Cell Metabolism volvió a encender nuevamente el debate sobre los efectos del edulcorante artificial aspartamo en la salud.
La investigación experimental, liderada por científicos del Instituto Karolinska en Suecia en colaboración con expertos de China y Estados Unidos, reveló un posible mecanismo que vincula el consumo de este endulzante con la aterosclerosis, una condición que endurece y estrecha las arterias, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo afecta el aspartamo al organismo?
Los ratones del estudio fueron alimentados con una dieta rica en grasas y colesterol (HFCD) que contenía un 0,15 por ciento de aspartamo (una cantidad que se utiliza habitualmente en estudios con ratones, un poco más del doble de la cantidad que se permite que contengan las bebidas para humanos) o un 15 por ciento de azúcar normal (sacarosa).
Durante el estudio, los investigadores administraron aspartamo a ratones durante 12 semanas, en cantidades comparables a las que un humano consumiría al beber tres latas de gaseosas light al día. Los resultados mostraron que estos animales presentaban niveles elevados de insulina, inflamación en los vasos sanguíneos y acumulación de placas grasas en las arterias.
“Demostramos que el consumo de aspartamo estimula la liberación de insulina y contribuye a la aterosclerosis en ratones, y qué moléculas están implicadas. Es solo un estudio en animales, pero creemos que los resultados también pueden ser relevantes para los humanos porque vemos que el aspartamo afecta la liberación de insulina también en los monos”, explicó el doctor Yihai Cao, profesor del Instituto Karolinska y líder del estudio.
Uno de los hallazgos más reveladores fue la identificación de una proteína inflamatoria clave, llamada CX3CL1. Los investigadores descubrieron que esta molécula se vuelve más activa con el aumento de insulina y que su presencia en la aorta promueve la inflamación de la pared de los vasos sanguíneos.
En los ratones que carecían del receptor de esta proteína, el aspartamo no generó el mismo nivel de daño arterial, lo que sugiere que CX3CL1 podría ser un objetivo potencial para futuros tratamientos contra enfermedades cardiovasculares.
Implicaciones para la salud humana
Si bien el estudio se llevó a cabo en ratones modificados genéticamente para ser más propensos a desarrollar aterosclerosis, algunos experimentos en primates reforzaron la hipótesis de que el aspartamo puede afectar la liberación de insulina en organismos más cercanos a los humanos. Sin embargo, los investigadores advierten que aún es prematuro extrapolar estos resultados directamente a nuestra especie.
El doctor James Leiper, fisiólogo cardiovascular de la British Heart Foundation, quien no participó en el estudio, subraya la importancia de seguir investigando antes de llegar a conclusiones definitivas: “Es importante destacar que estos hallazgos aún no se han observado en humanos”. Además, el químico Oliver Jones, de la Universidad RMIT de Australia, matiza que “si el aspartamo causara algún aumento en el riesgo cardiovascular (lo cual este estudio no prueba), entonces ese riesgo probablemente sería muy pequeño comparado con cosas como dietas ricas en grasas y azúcares y la falta de ejercicio”.
El aspartamo ha sido un tema de debate en el ámbito científico y nutricional desde su introducción en la industria alimentaria en la década de 1980. Se encuentra en una amplia gama de productos, desde refrescos y chicles hasta yogures y medicamentos. Su uso fue promovido como una alternativa al azúcar, especialmente para personas que buscan reducir su consumo calórico o controlar la diabetes.
Sin embargo, diversos estudios han sugerido posibles efectos adversos del aspartamo. Además de los riesgos cardiovasculares, investigaciones previas han vinculado su consumo con problemas neurológicos, como ansiedad y dificultades en el aprendizaje. En 2012, un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition encontró una correlación entre el consumo de bebidas dietéticas y un mayor riesgo de diabetes tipo 2.
A pesar de estos hallazgos, agencias reguladoras como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) han mantenido que el aspartamo es seguro en las cantidades permitidas para el consumo humano. La EFSA realizó una revisión exhaustiva en 2013 y concluyó que no había pruebas suficientes para prohibir su uso en la alimentación.
Pero en 2023 la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que el consumo de aspartamo es “posiblemente cancerígeno para el ser humano”. Aunque reconocieron que existen pruebas limitadas que demuestran que haya una relación de causalidad clara entre el aspartamo y el cáncer.
La controversia sobre los edulcorantes artificiales
Los edulcorantes artificiales en general fueron objeto de debate en la comunidad científica. Si bien se presentan como una opción más saludable en comparación con el azúcar refinado, sus efectos a largo plazo siguen siendo inciertos. Algunos estudios demostraron que estos compuestos pueden alterar el microbioma intestinal, afectando la digestión y el metabolismo.
Un informe publicado en Nature en 2014 reveló que ciertos edulcorantes pueden inducir intolerancia a la glucosa en ratones y humanos, lo que sugiere que podrían contribuir al desarrollo de la diabetes. Esto contrasta con la creencia generalizada de que los edulcorantes artificiales son completamente inofensivos.
Ahora, Yihai Cao y su equipo buscan ampliar la investigación para analizar si otros edulcorantes artificiales, como la sucralosa y el acesulfamo K, tienen efectos similares en la insulina y la salud cardiovascular. “Los edulcorantes artificiales han penetrado en casi todo tipo de alimentos, por lo que debemos conocer el impacto a largo plazo sobre la salud”, advierte Cao.
Ante estos nuevos hallazgos, los consumidores pueden preguntarse si deberían evitar por completo los edulcorantes artificiales. Si bien los estudios en animales sugieren posibles riesgos, no existen pruebas concluyentes de que el aspartamo tenga efectos nocivos en humanos cuando se consume en niveles permitidos por las agencias reguladoras.
Los expertos recomiendan moderación y equilibrio en la dieta. En lugar de depender únicamente de edulcorantes artificiales o del azúcar refinado, los nutricionistas sugieren optar por fuentes naturales de dulzura, como la miel o los edulcorantes naturales como la stevia. Además, reducir el consumo de productos ultraprocesados y centrarse en una alimentación basada en alimentos enteros puede ser una estrategia efectiva para mejorar la salud metabólica.
El estudio del Instituto Karolinska aporta nuevas pistas sobre cómo el aspartamo podría influir en la salud cardiovascular, pero no es una sentencia definitiva contra su consumo. Se necesitan más investigaciones en humanos para confirmar estos hallazgos y comprender mejor los mecanismos biológicos involucrados.
Mientras tanto, es recomendable que los consumidores se mantengan informados y tomen decisiones basadas en un enfoque equilibrado. Como concluyen los propios autores del estudio: “Comprender los mecanismos que subyacen a la exacerbación de la aterosclerosis por edulcorantes artificiales es crucial para la prevención y el tratamiento cardiovascular”.
El futuro de los edulcorantes artificiales en la alimentación dependerá de los avances en la investigación y de la capacidad de las agencias reguladoras para adaptar sus recomendaciones a las nuevas evidencias científicas. Por ahora, el aspartamo sigue siendo un ingrediente aprobado, pero el debate sobre su impacto en la salud está lejos de resolverse.