Faltan apenas dos semanas para una elección clave en la República Argentina. En términos futbolísticos, el primero de tres partidos decisivos para el futuro del país. Ratificación o cambio, podría sintetizarse, aunque es un comicio con muchísimas aristas para analizar y esperar resultados.
En un contexto de enorme incertidumbre política y económica, el voto de millones de ciudadanos comenzará a delinear la Argentina de los próximos cuatro años. Hoy nadie cree en las encuestas. Nadie cree en proyecciones carentes de rigurosidad. Nadie cree en números que buscan manipular más que informar.
Por eso, el análisis será sobre “el diario del lunes”, con los datos reales sobre la mesa. ¿Cómo una encuesta telefónica, por email y hasta presencial de menos de 10 mil personas (en el mejor de los casos) puede saber qué piensan casi 36 millones de electores? Los actuales sondeos no pueden determinar ni la intensión de voto de una ciudad mediana, mucho menos pronosticar la elección más importante y de mayor volumen como es la Paso nacional.
Dicho ello, saber quién ganará las primarias, quién será el candidato más votado, quién saldrá exitoso y quién derrotado, hasta quién se queda afuera de las generales, será una tarea de evaluación con los guarismos consolidados y los sufragios contados uno por uno.
La tendencia, lamentablemente, tanto en elecciones provinciales como municipales, es la baja participación de la ciudadanía.
Ojalá que se revierta este escenario. El voto es la herramienta más importante que tiene el ciudadano. Solo es una vez cada cuatro años. El desdoblamiento de comicios, que hace, por ejemplo, que el villamariense concurra cinco veces en este 2023, conspira contra la participación. Nadie quiere ir tantas veces a sufragar, es una realidad.
Pero hasta que la dirigencia política pueda rever esta situación, el derecho y la obligación de todos los habitantes es ir a votar. Sí o sí. Es una obligación legal y moral. No demanda mucho tiempo y en el sobre van depositados los sueños de cada argentino de un país más justo y más grande.
Por eso no voy hablar de ganadores y perdedores en la previa. Hay mucho ruido por las propias internas partidarias, por la realidad económica, por los planes alocados de algunos candidatos en caso de llegar a la presidencia, por el enojo de la ciudadanía con su dirigencia. Hay que parar la pelota, votar, saber el resultado, analizar y caminar hacia las generales y la segunda vuelta.
Son tiempos económicos difíciles que solo la esperanza de un mejor porvenir pueden cambiar el ánimo de la gente. Y, sinceramente, no encuentro otra mejor forma que votando. Sea al partido o candidato que sea. A escuchar ideas en estas dos semanas. Informarse. Es la manera de no equivocarse.