Récord histórico del rendimiento del trigo en la región

La cosecha de trigo de la región arrojó rendimientos inusuales, superando las expectativas y los récords históricos de la Pampa Húmeda. El Ingeniero Agrónomo Claudio Amengual dialogó con Radio Villa María para desglosar los factores que llevaron a estos resultados, que en algunas zonas alcanzaron los 80 quintales por hectárea.

El Agua: La Clave de los Récords

Amengual fue categórico: el principal factor para construir el rendimiento de un cereal es el agua. Este año se combinaron dos hechos inéditos:

Lluvias Duplicadas: No solo llovió el doble de lo normal en la época del trigo, sino que el agua se distribuyó de manera uniforme, simulando un "equipo de riego en el campo".

Agosto Inusual: El mes de agosto, que es clave para el macollaje (formación de la planta) y la formación de espigas, y donde habitualmente casi no llueve, registró 195 milímetros de precipitaciones.

El Suelo Profundo y el Dato Clave de la Semilla

El ingeniero señaló que, si bien la lluvia fue fundamental, la calidad del suelo marcó la diferencia, con rendimientos que oscilaron entre 40 y 80 quintales por hectárea en un radio de 75 km de Villa María.

En zonas con suelos profundos (como Ballesteros, Morrison y Etruria), donde la "maceta" del suelo tiene hasta dos metros de profundidad, la planta no corre riesgo de ahogarse con grandes lluvias, a diferencia de suelos más superficiales (80 centímetros o menos) como los de Arroyo Algodón.

El dato más ilustrativo del éxito de la campaña es el Peso de 1.000 Semillas (PMS), que se mide al final del ciclo:

PMS Normal: La estimación se hace con 27 gramos.

PMS Histórico: Este año, el peso de 1.000 semillas fue de 40 gramos, un aumento que refleja granos de trigo más robustos y pesados.


Amengual confesó que los modelos de simulación para campos de perfil profundo indicaban un potencial de 9.200 kilos (92 quintales), y la realidad arrojó 8.000 kilos por hectárea. La diferencia se explica en que los productores, por el riesgo de un invierno seco, habían fertilizado para obtener solo 6.000 kilos.

"El suelo tiene una capacidad de mineralización que necesita dos cosas: temperatura y agua. Y este año tuvo agua," explicó Amengual.

El suelo puso la diferencia de nitrógeno necesaria, elevando el rinde de 6.000 kilos (para lo que se fertilizó) a los 8.000 kilos cosechados, confirmando que la naturaleza superó las proyecciones más optimistas.