La Habana y sus leyendas: la curiosa historia del Caballero de París en la Plaza San Francisco
- 14/09/2025 11:52 hs
COMPARTIR EN:
Leo Roganti, junto a la agencia Gaviota Turismo, se encuentra recorriendo la capital cubana como enviado de Radio Villa María y conoció de la mano del guía Manuel la historia del mítico personaje que hoy es símbolo de La Habana Vieja.
En pleno corazón de La Habana Vieja se alza la Plaza de San Francisco de Asís, uno de los espacios más antiguos y emblemáticos de Cuba. Frente a la Basílica del convento franciscano, entre la Fuente de los Leones y la Lonja del Comercio, se encuentra la estatua en bronce del Caballero de París, un personaje convertido en mito popular.
Allí, el guía turístico Manuel recibió al enviado de Radio Villa María y el programa Llamalo como quieras, Leo Roganti, quien participa de un recorrido organizado por la agencia Gaviota Turismo, y relató con emoción la vida de aquel hombre que marcó a generaciones de habaneros.
“Estamos en presencia del caballero de París. Yo tuve el privilegio de saludar a este hombre con 6 años. Hace 50 años yo lo veía por la calle y le decía: ‘Adiós, caballero de París’. Y él me hacía una reverencia”, recordó Manuel en diálogo con el enviado de Radio Villa María.
El guía relató que aquel personaje se llamaba José María Lledín López, un español que llegó a Cuba tras una historia marcada por la tragedia personal y que terminó convirtiéndose en una figura popular y querida en la ciudad: “Era un español con modales franceses. Se queda a vivir en La Habana y consigue ser jardinero de una familia rica cubana. Esta familia pierde un jarrón de porcelana, le echan la culpa y lo botan a la calle. Se vuelve un mendigo, le crece la barba hasta el piso, pero era un mendigo especial. Le daba el asiento a las mujeres, regalaba flores, dedicaba poemas. Y las cubanas decían todo el tiempo: ‘Mi marido no hace eso’”.
Manuel también describió el impacto que dejó su muerte: “Un día aparece muerto en un portal de la calle en La Habana y los cubanos pregonan ‘Ha muerto el caballero de París’. Cargaron su cuerpo por todo el Malecón de La Habana y miles de personas detrás de él como un presidente”.
La estatua que lo recuerda se ha vuelto un punto de ritual para los visitantes. “Tiene un dedo gastado y una barba gastada. Las mujeres tocan el dedo y pregonan: ‘Caballero de París, mi marido no es caballero como tú, pero le doy una oportunidad porque lo amo’. Los hombres tocan la barba y dicen ‘quiero ser cada día mejor con mi mujer’”, relató Manuel.
El guía incluso recordó cómo la figura del Caballero llegó a oídos de Fidel Castro: “El Caballero de París no pedía moneda, era muy orgulloso. Fidel se preocupa por su salud, reúne a los cantineros de las cuatro plazas y les dice: ‘Cantineros, al Caballero de París no se le debe cobrar. Que tome, que coma y no pague. Él es un hijo ilustre de La Habana’”.
Manuel amplió la mirada sobre la plaza y la ciudad: “Esta plaza está auténtica porque este estilo es ecléctico. Ningún balcón se parece y hay columnas que se asemejan a Roma".
El recorrido incluyó también un repaso por la historia arquitectónica y cultural de la plaza, donde conviven la Basílica de San Francisco, la Lonja del Comercio y esculturas contemporáneas. “Entonces, ¿de qué se compone La Habana? De leyendas, emociones, tradiciones y sábanas en los balcones. Donde haya sábanas blancas, siempre habrá esperanza. Cuba tiene magia, es única”, expresó el guía con tono poético.