Un equipo internacional de científicos creó mapas y modelos a partir de más de 100.000 mediciones para demostrar cómo estos ecosistemas tienen un impacto significativo en la absorción de gases de efecto invernadero.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a medida que las emisiones de gases de efecto invernadero cubren la Tierra, atrapan el calor del sol, lo que conduce al calentamiento global y al cambio climático: “El mundo se calienta ahora más rápido que en cualquier otro momento de la historia del que haya registros”.
Frente a la urgencia de reducir las emisiones y limitar el incremento de las temperaturas medias anuales a 1,5 °C o menos, según fue establecido en el Acuerdo de París, las soluciones basadas en la naturaleza cobran cada vez más protagonismo.
En ese sentido, un nuevo estudio indica que los bosques secundarios jóvenes, especialmente aquellos con entre 20 y 40 años de historia, podrían remover hasta ocho veces más carbono por hectárea que los nuevos rebrotes, lo que los posiciona como una herramienta estratégica.
El trabajo fue liderado por un equipo internacional de científicos y publicado en la revista Climate Change. La investigación propone mapas globales de remoción o eliminación de carbono.
Los mapas, con resolución de 1 kilómetro cuadrado, fueron construidos a partir de más de 100.000 mediciones de campo y un modelo que incorpora 66 variables ambientales “que cubren clima, propiedades del suelo, radiación, topografía y bioma”, según los autores.
Descubrimientos sobre los bosques jóvenes y su capacidad de captura de carbono
El principal hallazgo del estudio es que los bosques secundarios jóvenes, es decir, aquellos que se regeneran naturalmente después de la tala de bosques maduros, alcanzan su máximo potencial de remoción de carbono entre los 20 y 40 años de edad, según el análisis de más de 100.000 parcelas forestales en todo el mundo.
La investigadora Adriane Esquivel-Muelbert, de la Universidad de Birmingham, dijo lo siguiente en un comunicado oficial: “Nuestra investigación subraya el papel crucial de los bosques secundarios jóvenes en la lucha global contra el cambio climático. La próxima COP30 en Belém, Brasil, representa una oportunidad crucial para que los líderes mundiales tomen medidas decisivas”.
Las tasas a las que los bosques capturan carbono varían mucho según el tipo de ecosistema y su ubicación. Los que más rápido y mejor lo hacen, según indican los resultados, son los bosques húmedos tropicales, que alcanzan su mayor capacidad de captura alrededor de los 23 años.
En promedio, pueden absorber muchas más cantidades de carbono por hectárea que otros bosques. En cambio, los bosques mediterráneos son más lentos: recién llegan a su pico de captura casi a los 50 años y con una capacidad bastante menor.
El estudio también estimó que si 800 millones de hectáreas de bosques comenzaran su regeneración en 2025, podrían eliminar hasta 20.300 millones de toneladas métricas de carbono de la atmósfera para 2050. Sin embargo, postergar ese inicio hasta 2030 o 2035 reduciría el potencial en un 22% y 43%, respectivamente.
Métodos y herramientas utilizadas para estimar la captura de carbono en bosques
Para construir sus modelos, los investigadores utilizaron una base de datos global de 109.708 estimaciones de carbono aéreo vivo (AGC, por sus siglas en inglés). Se trata del carbono almacenado en las partes vivas de los árboles, como troncos, ramas y hojas.
La información fue recolectada en bosques de regeneración natural, organizados en intervalos de edad de cinco años desde 1 hasta 100 años. Estos datos provienen de inventarios forestales realizados por distintos países y de literatura científica, abarcando más de 50 territorios y una diversidad de biomas, aunque con predominio de zonas templadas como Canadá, Estados Unidos y Europa.
Luego, combinaron esa información con 66 variables ambientales, incluyendo clima, propiedades del suelo, radiación, topografía y tipo de bioma. Utilizaron algoritmos de aprendizaje automático (modelos de bosques aleatorios) para predecir cuánto carbono almacenan los bosques en cada área de 1 km².
Para esto, ajustaron las curvas de crecimiento del carbono, que muestran cómo cambia la cantidad de carbono a medida que los bosques maduran, utilizando una fórmula matemática llamada función de Chapman–Richards, que es comúnmente usada en silvicultura para modelar el desarrollo de los bosques a lo largo del tiempo.
Para verificar que sus predicciones fueran correctas, el equipo utilizó un 10% de los datos (alrededor de 10.836 parcelas) para comparar con los resultados obtenidos. Encontraron que el error fue bajo, lo que significa que el modelo es bastante preciso. Además, la precisión aumentó cuando los bosques tenían más de 20 años, ya que en esa etapa los árboles capturan más carbono.
Implicaciones de los hallazgos para las estrategias de mitigación del cambio climático
Uno de los aportes centrales del trabajo es mostrar que proteger bosques secundarios ya existentes puede ofrecer beneficios inmediatos y mayores, en comparación con iniciar nuevos procesos de regeneración.
“Instamos a los responsables políticos a priorizar la protección y regeneración de los bosques secundarios jóvenes como componente clave de las estrategias de mitigación del cambio climático. Esto puede ayudarnos a lograr una eliminación de carbono más rápida y sustancial, contribuyendo significativamente a los objetivos climáticos globales”, afirmó Esquivel-Muelbert en el comunicado de la Universidad de Birmingham.
De hecho, el estudio revela que un bosque secundario de 8 años en la Amazonía brasileña podría remover 36% más carbono entre 2025 y 2030 que uno nuevo, y que un bosque costarricense de 20 años eliminaría un 65% más que uno recién iniciado.
Sin embargo, estos ecosistemas enfrentan riesgos elevados. En América Latina, los bosques secundarios son hasta diez veces más propensos a ser eliminados que a permanecer. En el caso de la Amazonía brasileña, la mitad de los bosques secundarios desaparecen en sus primeros ocho años.
Además, como destacó el investigador Tom Pugh, también de la Universidad de Birmingham: “Las metodologías actuales del mercado de carbono a menudo pasan por alto la protección de los bosques secundarios muy jóvenes. Este estudio destaca la necesidad de revisar estas metodologías para reconocer el considerable potencial de absorción de carbono de estos bosques”.
Por último, los autores advierten que los mecanismos existentes para financiar la conservación forestal a menudo excluyen a los bosques más jóvenes, ya que las reglas exigen que hayan pasado al menos diez años desde su última tala para que sean elegibles en proyectos de compensación. Esta limitación, según el estudio, puede representar una oportunidad perdida en la lucha contra el cambio climático.