A dos semanas de las elecciones presidenciales que definirán al nuevo mandatario de la Argentina, en esta instancia de balotaje, reina cierta calma política y económica. Tras el cimbronazo del resultado de la primera vuelta y los reacomodamientos posteriores, sobre todo en la oposición, ahora hay cierta tranquilidad equivalente a una tensa calma antes de la tormenta.
En el oficialismo, con la ventaja de 7 puntos de las generales, las dos semanas transcurridas desde aquel 22 de octubre muestran un Sergio Massa en gestión, con anuncios para diferentes sectores; con recorridas por municipios y provincias; y sellando acuerdos con gobernadores y dirigentes más alejados del peronismo. Se siente ganador, pero sabe que el resultado de la primera vuelta no es concluyente y menos las encuestas posteriores que lo ubican arriba pero sin grandes distancias.
Javier Milei, por su parte, delegó la campaña en Mauricio Macri y compañía. Sostiene su plan de dolarización pese a las diferencias con el macrismo. Si gana, el debate interno será a todo o nada. Milei dirá que él ganó las elecciones, Macri le retrucará que él lo rescató de una derrota segura. Lo cierto es que La Libertad Avanza encontró un accionista fuerte que le va a debatir la presidencia y la toma de decisiones en la empresa futura. Dicen que el libertario viene mostrando mejores porcentajes en las encuestas y algunos vislumbran un final cerrado y abierto.
Mientras que, desde el punto de vista económico, el dólar bajó más de 100 pesos desde aquel pico de 1100 pesos en octubre, el movimiento de precios ronda los 10 puntos mensuales y el terremoto del faltante de naftas parece haber terminado. Con una economía endeble, más la incertidumbre electoral propia del periodo, ya en la etapa de definiciones, nadie tomará decisiones significativas. También llega fin de año, las fiestas, el verano. No son muchos los que esperan este tiempo para tomar decisiones. Más bien esperan el arranque del año siguiente, post vacaciones.
El próximo domingo debate y el siguiente balotaje. Primero escuchar, luego decidir el voto. Y exigir mejoras en los 4 años siguientes. Ningún argentino quiere una economía como los últimos 12 años.