Consenso

Se viven tiempos de incertidumbre política y económica en la Argentina, que se traduce en un malestar generalizado de la población con su clase dirigencial. La respuesta a la crisis siempre debe surgir de la política y en el marco de la democracia. No hay lugar para líderes mesiánicos y otros sistemas que recorten derechos y libertades a la población.

Es entendible el enojo de la ciudadanía con sus dirigentes. El voto de confianza depositado en las urnas en los últimos años no se tradujo en mejoras de las condiciones de vida, por el contrario, se fue deteriorando paulatinamente. En la última década bajó el poder adquisitivo, la inflación se disparó a niveles insoportables, la producción se estancó, el empleo informal creció más que el registrado, la carga impositiva subió significativamente, el sueño de la vivienda propia se volvió una pesadilla, la inseguridad se convirtió moneda corriente. Y así podríamos continuar durante muchas líneas describiendo dificultades.

Si los problemas se agravaron, las soluciones deben aparecer con creatividad y urgencia. Ya nadie puede esperar. No se puede vivir en el país de la incertidumbre constante, donde una carta voltee la torre de naipes en la que hoy parece montarse la Argentina. Para eso, y dado que nos encontramos a meses de las elecciones nacionales, transitando incluso comicios provinciales y municipales (en Córdoba, por citar nuestra provincia, será el 25 de junio), las respuestas deben emerger de un acuerdo serio y durable de todas las fuerzas políticas, más allá de las obvias diferencias que plantea cualquier sistema democrático entre sus diferentes actores.

Es imposible y no es saludable pensar todos iguales, allí no hablaríamos de democracia, sino de totalitarismo, pero sí podemos hablar de consensos básicos que se traducen en tres palabras mágicas, que todos citan, pero nadie cumple: “Políticas de Estado”.

Una “Política de Estado” trasciende los gobiernos, es un hilo conductor más allá de los nombres o partidos que gobiernen por el periodo constitucional indicado por las normas de la carta magna. Políticas de Estado, en definitiva, es llevar certidumbre a la población, marcar un camino de largo plazo que “no pegue volantazos” según el signo político que pise la Casa Rosada. Después del fragor de las elecciones, la puja propia de cualquier contienda electoral, el próximo presidente deberá convocar a todos los actores de la sociedad para delinear políticas de largo plazo que nos saquen de este estado de crisis permanente. Se puede hacer. Se debe hacer. Con diálogo. Sin autoritarismo. Con escucha. Con firmeza. Y con consenso. Palabras hermosas que la Argentina dejó de practicarlas. Por más consenso y menos grieta. Se lo imploramos a la clase política.

Por Martin Alanis, periodista politico de LV28