Gustavo Vera revela el costado más humano del Papa Francisco
- 27/10/2025 10:47 hs
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El referente de la Fundación Alameda presentó la versión digital de su libro “La amistad no se negocia. Correspondencia inédita del Papa Francisco con un militante de las periferias”, una obra que recopila 516 cartas personales y muestra amistad nacida en la lucha contra la trata de personas.
Gustavo Vera
“Se trata de una relación, de un vínculo que nació alrededor de la lucha contra la trata de personas”, relató Gustavo Vera, el referente de la Fundación Alameda y autor del libro “La amistad no se negocia”, al recordar los primeros encuentros con el entonces cardenal Jorge Bergoglio. “Bergoglio no dudó en dar un apoyo, un respaldo muy fuerte a la organización y a la causa que llevábamos adelante”, continuó.
Vera contó que su relación se forjó “desde la amistad que se construye con alguien con quien compartís causas muy importantes y en las cuales te tenés que bancar espalda contra espalda”. Según explicó, esa complicidad se mantuvo intacta incluso después de que Bergoglio fuera elegido Papa: “En ningún momento se le pasó por la cabeza dejar de fundirse con sus amigos, dejar de hablar con ellos, de pedir consejos”.
El libro, que reúne 516 cartas y treinta capítulos temáticos, ofrece una mirada íntima del Papa fallecido en 2025. “Van a encontrar de alguna manera un Francisco que es en la cotidianeidad, tan coherente como lo era en la faz pública. Una persona que predicaba con el ejemplo, que tenía todo el tiempo en su mente y en su corazón servir al prójimo.”
A lo largo de la correspondencia, el Papa reflexiona sobre temas globales y locales: “Van a encontrar capítulos que hablan de los viajes internacionales, de las guerras, del cambio climático, de la reforma del Vaticano, la reforma económica, de la ética social, de la trata, del fútbol y de mi familia”, detalla el autor.
Sobre el vínculo con el Vaticano, Vera aclaró que “el contacto era personal, éramos amigos y él lo dijo públicamente muchas veces”. Y continuó: “Tenía la libertad de poder criticar aquello que me parecía que estaba mal, de sugerir aportes. A veces mis aportes eran muy buenos, otras tal vez disparatados, pero él siempre respondía y agradecía”.
El dirigente social admite que escribir el libro fue también un proceso emocional. “Para mí escribir el libro fue como elaborar un duelo, porque además de amigo, lo sentía como una especie de padre”, confiesa. “Fue un golpe enorme, pero también una manera de reivindicar su legado y su memoria”.